Inquebrantablemente vulnerable
Recuerdo que una de las cosas que más disfrutaba hacer durante mi adolescencia era escribir. Hoy en día, solo escribo en correos electrónicos con su correspondiente “cordial saludo”, en mensajes de Slack, Discord y WhatsApp (que son 99% de trabajo), en PRDs y en tareas reportadas en ClickUp.
Hoy, después de mucho tiempo, me siento a escribir algo distinto, o bueno, me semi-acuesto porque estoy haciendo esto desde mi cama.
Me he animado a escribir de nuevo, y confieso que no tengo idea de cuánto tiempo me dure el impulso. Estoy detectando estar cerca de un episodio de burnout, y esta vez, pretendo compartirlo y no guardarlo solo para mí como he hecho siempre.
De algunos años hacia acá, empecé a detectar estos episodios con algo de antelación y he logrado mitigar sus efectos. Pero esto no significa que logre evitar al 100% el overthinking, la ansiedad, la dificultad para conciliar el sueño y la dificultad para concentrarme. Justo así es como me empiezo a dar cuenta y comienzo a tomar acción al respecto. El asunto de esta publicación es justo porque quiero romper el patrón de cargar con esto solo y porque estoy cansado de hacerme el fuerte, imbatible e inmune a todo. Nada es más desgastante en la vida que pretender esto y sostenerlo en el largo plazo.
Y es que el asunto es ese. No sé hasta qué punto nos hemos comprado la idea de que para emprender y hacer negocios debemos ocultar nuestros momentos de debilidad y ser fuertes por todos y para todos. Por nuestro equipo, nuestra familia, nuestra pareja. Cargamos enormes pesos que ocultamos en público pero que sufrimos y nos recriminamos en privado. No tengo ni puta idea si soy yo el único que compró esa idea de mierda.
Ser inquebrantable no tiene que ver con que los momentos de vulnerabilidad sean inexistentes. No tiene que ver con estar siempre con la energía a tope, no tiene que ver con caminar perfecto sin tener tropiezos y no tiene absolutamente nada que ver con no necesitar de nadie.
Después de años lidiando con mi propia mierda, entendí que ser inquebrantable es entender que podemos tropezar y que es importante levantarnos. Identificar que tenemos muchos recursos a disposición para salir de esos estados que alteran la tranquilidad, agradecer y aprovechar al máximo las personas de nuestro entorno a quienes les importamos de forma genuina y quieren vernos bien. Liberarnos del peso de forma sana y oportuna para no entrar en esa espiral que nos lleva cada vez más al fondo. Y algo a lo que hace poco nos invitaba uno de mis socios, hacer una pausa para mirar hacia atrás y agradecer el progreso.
Ser inquebrantable es entender, aceptar y abrazar nuestra vulnerabilidad porque esta es justamente la que nos permite entendernos a nosotros mismos, aprender y crecer.
Me cansé de pretender que soy fuerte y que lo puedo todo solo. Y es que el lobo solitario lucha por sobrevivir toda la vida hasta que encuentra su final, mientras que el lobo que vive en manada prospera y se hace más fuerte gracias a la manada.
Hoy puedo decir que me siento afortunado por haberme dado la oportunidad de entender con antelación cuando me viene un burnout, que me siento afortunado por levantarme cada día a esforzarme por un propósito y no solo por una labor, y que me siento profundamente afortunado por la manada que me rodea, me acompaña y me cuida todos los días, aún cuando casi nunca les comparto mis momentos de vulnerabilidad.
Confieso que me siento algo extraño escribiendo esto, escribiendo algo que no tiene que ver con estrategia de producto, ni con UX, ni con alguna experiencia profesional que me enseñó algo nuevo hoy y que quiero compartir… es simplemente una reflexión, una que no tengo idea si le aportará a alguien más, pero que siento que me está abriendo la puerta a seguir siendo más yo mismo, que va más allá de lo que sé y hago como profesional.